LOS PERROS DE DON MARCELINO-
Tres perros tenia este señor y los cuidaba como si fueran especiales.
Para comer, les daba exquisiteces que todos los días preparaba la cocinera y de postre, deliciosas tartas y pasteles.
Los tres perros, se pasaban el día discutiendo, durmiendo o comiendo
El jardinero los bañaba y los tenia que sacar a pasear, pues estos no querían hacer nada.
Un día, don Marcelino tuvo que irse de viaje durante unas semanas.
Se despidió de ellos, con mucha pena y recomendando al jardinero y a la cocinera que les dieran los mejores manjares y todo lo que estos quisieran.

Al día siguiente el jardinero y la cocinera decidieron que tenían que educar a los perros.
Y dicho y hecho, los metieron en un cercado que hicieron con una celosía para que no pudieran salir, pusieron pan duro y agua y cerraron la puerta.
Los perros contentos creían que era un juego.
Paso el día y los cuidadores no le traían la comida ni la cena, olfatearon el pan y el agua.
-¿ Que es esto? ¡Que asco! ¿Dónde están nuestros pasteles y la leche?
Al día siguiente cuando vieron a la cocinera, se pusieron muy contentos.
-¡Trae pasteles! Se dijeron unos a otros.
Pero cual seria su sorpresa, cuando vieron que en la cesta solo había pan duro,
tres cebollas y un recipiente con agua.
Así pasaron una semana, cada día el mismo menú.
Retiraban el anterior dejando el otro.
Enfadados saltaban y ladraban, pero sus cuidadores no se acercaban.
Al llegar el séptimo día, tenían tanta hambre que no solo se comieron el pan duro se comieron hasta las cebollas y se relamían.
Ya no esperaban que las cebollas las pusieran en el comedero.
Pues sus cuidadores se las echaban como si fueran pelotas y las cazaban al vuelo.
Si la comida no apreciáis, comeréis las cebollas que hay en el cesto, como lo hicieron estos.
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