CESAR Y EL RATON-
Te voy a contar un cuento, no te duermas, escúchame.
Era un ratón muy simpático, que un día, en mi casa apareció,
y como estaba mi nieto, pues todavía mejor.
Se hizo en seguida amigo de Cesar, pues a este, le gustan
mucho los bichos y animalitos.
-¿Hola amigo, como estas? Le dijo el ratón.
-Yo me llamo Alfredito ¿Te gusta, a que es bonito?
Cesar, estaba encantado, mirándole contento.
-Se silbar y bailar- Siguió hablando el ratón
-Yo me llamo Cesar, y no se silbar, pero si bailar.
dijo dirigiéndose al ratón
-Mira Cesar, como bailo y silbo.
Y se puso a bailar y a silbar. Mientras tanto, sentado en el
suelo, el niño, lo miraba divertido.
Una mariposa entro por la ventana, uniéndose ala juerga,
movía alegres las alas diciendo.
-¡Que bien, que bien, a bailar!
Cesar, estaba encantado con los nuevos amigos.
De pronto, aparecieron mas animalitos.
una hormiga y otros mas.
-Bien, que bien, a bailar, olé, olé y olé.
Gritaban los nuevos visitantes, uniéndose a la juerga.
-¿Que es este jaleo? Y ¿ Que hace tanto bicho en casa?
Dije al entra en la aviación y verlos a todos.
-Abuela, vinieron con Alfredito. Dijo Cesar.
-Si abuela, vinieron unos amigos, y todavía faltan mas.
-¡Queee! Estas loco ratoncito.
Jajaja, se pusieron todos a reír
-¡Eh abuela! No te enfades y prepara la merienda.
-¿Pero de donde sales tu? Pregunte sorprendida, al un conejo, que acababa de llegar y parecía muy dispuesto a quedarse,
y por supuesto, a merendar.
-Soy Filis y como ves soy un conejo, mira a mi me gustan las galletas de chocolate y las zanahorias.
Y aquí estoy preparándoles la merienda ¡Pues se quedaron!
-¡EEH! Que yo también quiero merendar.
-¡NOOO! Otro mas no...
Sucedió una mañana de un hermoso día del mes de Mayo.
El sol brillaba y los animalitos de mi jardín estaban felices
- ¿Ola como estáis? Saludo muy sonriente la urraca.
Todos se extrañaron, pues esta no tenia fama de ser tan amable
pero como tenían que ser bien educados, todos respondieron al saludo.
-Que bien se esta aquí queridos amigos
¡pero que bien!
Esto no les parecía normal al perrito y al gatito.
- A mi, me parece muy raro tanta amabilidad.
le dijo Gaspar el perro a Florín el gato, este dijo lo mismo
-Esta urraca algo quiere.
Entonces el ratoncito Roque le pregunto.
-¿Que quieres con tanta amabilidad, Marcelina.
La urraca un poco enfadada respondió
-¡Es que no se puede ser cariñosa y educada!
-Si pero es muy raro en ti. Siguió el ratón diciendo.
Todos observaban las reacciones de la urraca, cuando dijeron que
todos juntos celebraban la fiesta de la primavera y tenían cosas muy ricas para comer.
-Si queréis, me quedo con vosotros a desayunar.
-¡bueno! ¿Era eso lo que querías? Esta bien, puedes quedarte. Dijeron todos
-¡Vamos a la mesa, vamos!
Dijo la urraca impaciente y glotona.
Cuando iban a empezar, el sol desapareció.
Y se puso a llover tan fuerte, que tuvieron que suspender la fiesta.
-Menuda faena. y para esto fui tan fina y educada.
Decía la urraca mientras se metía en su nido empapada.
LOS PERROS DE DON MARCELINO-
Tres perros tenia este señor y los cuidaba como si fueran especiales.
Para comer, les daba exquisiteces que todos los días preparaba la cocinera y de postre, deliciosas tartas y pasteles.
Los tres perros, se pasaban el día discutiendo, durmiendo o comiendo
Eran tres perros ociosos y mal educados.
El jardinero los bañaba y los tenia que sacar a pasear, pues estos no querían hacer nada.
Un día, don Marcelino tuvo que irse de viaje durante unas semanas.
Se despidió de ellos, con mucha pena y recomendando al jardinero y a la cocinera que les dieran los mejores manjares y todo lo que estos quisieran.
Que no escatimaran con el dinero, pues les dejo bastante para comprarles de todo
Al día siguiente el jardinero y la cocinera decidieron que tenían que educar a los perros.
Y dicho y hecho, los metieron en un cercado que hicieron con una celosía para que no pudieran salir, pusieron pan duro y agua y cerraron la puerta.
Los perros contentos creían que era un juego.
Paso el día y los cuidadores no le traían la comida ni la cena, olfatearon el pan y el agua.
-¿ Que es esto? ¡Que asco! ¿Dónde están nuestros pasteles y la leche?
Al día siguiente cuando vieron a la cocinera, se pusieron muy contentos.
-¡Trae pasteles! Se dijeron unos a otros.
Pero cual seria su sorpresa, cuando vieron que en la cesta solo había pan duro,
tres cebollas y un recipiente con agua.
Así pasaron una semana, cada día el mismo menú.
Retiraban el anterior dejando el otro.
Enfadados saltaban y ladraban, pero sus cuidadores no se acercaban.
Al llegar el séptimo día, tenían tanta hambre que no solo se comieron el pan duro se comieron hasta las cebollas y se relamían.
De esta forma aprendieron a comer de todo.
Ya no esperaban que las cebollas las pusieran en el comedero.
Pues sus cuidadores se las echaban como si fueran pelotas y las cazaban al vuelo.
Si la comida no apreciáis, comeréis las cebollas que hay en el cesto, como lo hicieron estos.
¡Pun! A si le llamaban ¡así!
Creían que Guarín era mudito pues no hablaba nada
Si alguien le preguntaba como se llamaba, el solo decía ¡Pun!
Si le preguntaban de donde venia, el decía ¡Pun!
Si se caía y se hacia daño, lloraba y gritaba diciendo.¡Pun pun!!!
"Guarín" como se llamaba, era un cerdito rosado, que solo recordaba desde que nació, ese sonido.
También recordaba otro sonido, pero este le aterraba.
Desde que llego aquel lugar, no lo escucho y por esto estaba
muy contento y feliz.
Vivía con un amigo en su casa, esta era muy pequeña, de madera.
"Guarín" siempre estuvo solo y ahora tenia un amigo, comida y
una casa ¿Que mas se podía pedir?
Fue una noche mientras dormía junto a su amigo, un gato
impertinente apareció.
El perro, con su buen olfato lo detesto y se despertó Y ladrando
salió tras de el.
El cerdito se asusto tanto, que se fue corriendo despavorido
a esconderse.
-¿Donde vas corriendo y tan asustado?
Le preguntaba su amigo
¡Pobre cerdito! Como podía explicar, si no sabia hablar,
se abrazo a el y temblando ladro desesperadamente.
-¡Guauuu!
-¡Pun! ¿Sobes ladrar como yo?
¡Que decía! su amigo ¡Era un monstruo!
¡Su amigo del alma era un perro! Como aquellos que sin
verlos le asustaban.
¡Quiso escapar! Pero su amigo lo tranquilizo acariciando su
morrito.
- Ahora comprendo ¡ No eres mudo!, Vienes de un lugar donde
nadie habla. Seguía diciendo.
-Yo te enseñare, no tengas miedo, soy tu amigo aunque sea un perro.
Paso el tiempo y Guarín ya sabia hablar, entonces su amigo le
pregunto.
-¿Quien eres, de donde viniste, como era el sitio donde estabas?
-Era un monte muy grande y había animalitos diferentes,
ellos corrían cuando se oía el "pun" y el guau guau.
-Sabes Guarín, eso que tu oías eran los cazadores con sus
escopetas y sus perros. Dijo su amigo.
-Un día, encontré una salida siguiendo a un conejo y corriendo
corriendo llegue a aquí. Contaba el crédito con lágrimas en los ojos
-Ahora amigo perro soy feliz gracias a ti.
los dos amigos se fundieron en un abrazo. .
EL CUCÚ-
En mi jardín, vivía un pajarito bastante torpe.
Tenía el nido en lo alto del olivo
El, creía que era un gran cantante ¡pobrecito!
solo decía -cucú. cucú, cucú.
La rana Tomasa y el caracol Gumersindo estaban artos de escucharle cantar siempre
la misma canción.
-Cucú, cucú, cucú.
-¡Nos tienes un poco artos! Le reprocho el caracol.
-¡Como un poco! ¡yo me voy a volver loca si no cambias de copla!
Mira que eres malo cantando. Dijo Tomasa.
- Es que solo se esta canción, del cu. Dijo el pajarito
sin terminar la frase, al ver la cara de la rana.
-¡Ni se te ocurra mencionar la canción! ¡Ni se te ocurra!...
dijo Tomasa muy enfadada.
-¿Oyes Tomasa, por que no le enseñas tu a cantar? Dijo el caracol
-¡Que dices! Yo no tengo paciencia. Respondió la rana.
Pero enseguida rectifico. Antes de verse martirizada por el cucú
era preferible intentar enseñarle otra.
Y de esta forma la rana Tomasa, paso a ser la profesora de canto.
En mi jardín, todo los animalitos estaban enfadados y nerviosos, no lo podían aguantar
-¡Nooo, así no! Rectificaba a gritos Tomasa.
-Se canta así, croa croa croa.
No se lo que era peor, el cucú o el croa croa.
Menos mal que la rana con su poca paciencia se canso pronto
y en el jardín volvió a reinar la paz.
Pero duro poco, pues el pajarito para que todos viera lo aplicado
y listo que era.
Una mañana empezó a cantar, pero esta vez era una canción, delicada y armoniosa.
Que sorpresa sintieron todos los animalitos, que embelesados lo escuchaban.
-¿Como es posible que le hayas enseñado también Tomasa?
Preguntaron a la rana.
-¡Ni yo misma lo entiendo! Respondía esta, perpleja.
- Es que me sorprende tanto. Dijo el caracol.
-No te ofendas querida, como cantante eres melisma.
Pero como profesora ¡Estraordinaria!
Un poco incomoda con aquella obserbación del caracol, pero
contenta, pues gracias a sus lecciones, el cucú cantaba divinamente.
Lo que no sabía ella, es que el cucú, no aguantaba la horrible voz de la rana, prefiriendo hacerlo bien antes de oírla otra vez.
Si queréis cantar bien, la prueba ya la sabéis.
¿Llamamos a Tomasa???
EL PAJARITO CANTOR-
Cantaba una mañana un pajarito
Y con su garganta hacia gorgoritos
Todos los animalitos de mi jardín lo escuchaban embelesados.
El pajarito desde el olivo muy contento seguía cantando
-¡EH amigo! ¿Cómo lo haces? Grito el pato
Todos se enfadaron con el.
-¡Fuera! ¡Sera inoportuno!. Gritaron todos a coro
-¿Pero que os pasa? Solo...
No pudo decirlo al ver como le miraban.
Con tanto alboroto, el pajarito dejo de cantar y se fue
-¿Ves lo que has hecho? Dijeron muy enfadados unos cuantos
-Ya se acabo el concierto ¡Por tu culpa! Gritaron otros.
-No importa yo puedo cantar.
Y el pato empezó
-Cua cua cua.
Otra vez le hicieron callar
pero esta vez con un certero golpe que le hizo un gran chichón
Como todos estaban tan enfadados y gritaban tanto,
el pajarito empezó a cantar subido en el rosal
El pato quiso a rascarse el pico, pero de la manera que le miraron no se le ocurrió
Todos en silencio escuchaban el concierto.
y de esta manera, transcurrió la mañana en mi jardín encantado,
donde todos los animalitos hablan.
ROQUE Y GUA GUAU-
-¡Ola! ¿como te va? Le dijo el perro al conejo
- Muy bien. Contesto el conejito
- ¿Vamos a jugar al escondite? Volvió a preguntar el perro
-¡Siii! Dijo alegre el conejito
y los dos muy contentos se pusieron a jugar
Gua guau, se llamaba el perrito y era rosa
El conejito era gris, pero se llamaba Roque.
Los dos se hicieron amigos un día que paseaban, Gua guau con su emita por el campo.
Era un día de primavera con un sol maravilloso
Carmen, que así se llamaba la niña, lo hacia correr tirándole una pelota
que el cogía con agilidad.
¡De pronto! vio como dos perros muy grandes tenían acorralado
a un pequeño conejito.
Gua guau, dio un salto y sin pensarlo se enfrento a los dos perros.
Estos, por la sorpresa al verse atacados corrieron asustados,
sin darse cuenta, que era mucho mas pequeño que ellos quien los atacaba.
-Que valiente eres. Dijo el conejito temblando del susto.
Y así fue como se conocieron.
Desde aquel día los dos fueron los mejores amigos del mundo.
COSAS Y DICHOS-
Cuentan que un lobo
estaba bebiendo agua en el rió
Tanta sed tenia y con tanta ansiedad lo hacia
Que el pobre se atraganto calleando al agua.
Y cuando ya se estaba ahogando
Llego una oveja muy dispuesta.
Sacándolo a la orilla en el suelo lo tumbo
Haciéndole el boca boca para salvarlo
este reacciono recuperándose
Y cuando a su salvadora vio
¡Zas! El lobo ingrato se la comió
COSAS Y DICHOS-
Paseaba una mañana una hormiga distraida por el raíl de la vía
Y una lagartija asustada que la veía
Gritando la avisa
-¡EH! ¡A parta de ahí!
Que el tren viene y no avisa
La hormiga, en tono despectivo contesta
-¿Yque, me aplastaría?
La lagartija molesta por el tono de la hormiga
le responde muerta de risa
¡Noo! es que descarrilaría.
EL CARROMATO-
Un carro muy viejo tenia un molinero, donde tras portaba el grano.
Tirado por un viejo asno, siempre cansado, caminaba despacio
hasta el molino.
Para que en el, molieran el trigo y lo convirtieran en friísima harina
Después, volvía a cargarlo en el viejo carro y el viejo asno, tiraba de el.
Cuando llagaba a la casa de la panadería, entregaba la harina para que hicieran el pan, tortas de manteca, madalenas, etc.
Después los vecinos del pueblo iban a allí a comprarlo.
Todos los días la misma operación.
Pero un día, el viejo carromato se rompió y ya no tubo arreglo y en la
calle se quedo.
El viejo asno se escapó, pues debió de pensar que si el carromato paro,
el también lo haría.
Cerca del rió, en un verde prado, allí acampo.
Pasaron los días y como no había harina en la panadería, no podían hacer pan.
Entonces el molinero, compro una pequeña furgoneta para tras portar
el trigo al molino y molerlo para hacer la harina.
De esta forma, el, entregaba esta en la panadería y todos tenían pan en el pueblo.
Os cuento esto, por si algún día pasáis por un pueblo y veis un carromato viejo.
recordar que gracias a el todos en el pueblo comían pan.